torsdag 19 februari 2009

Lluvia, tierra, hombre

Hasta el azul del mar hasta la agreste verdura
ha llegado el viento de la cordillera
Juntaba cúmulos la premura
bajo el ancho cielo
de una mañana cualquiera

Se oyó el zentzontle
a la orilla del camino
Hay en su gorgeo el anuncio de un sino

El pájaro en sentidas melodías
humedad clamaba a la tierra reseca
y soltaba en complicadas notas
la canción que el campo escuchar quería

El campo yace, priosionero, alambrado
en rehén del señor terrateniente
dada la espalda a la necesidad de la gente
La carencia impuesta al vasto campesinado

Que no se escucha el gorgeo de la alondra
-dice-
que la estación tampoco es inminente
desde el día aquél que irrumpieron los tractores
a cercenar el himen de la tierra
y el precio del maíz
se decidió en la bolsa de valores

Que al regazo del comercio exterior
se han ido a refugiar los capitales
Llegó la era de los cultivos industriales
Que el combustible de maíz es el mejor

Quién es aquél capaz de renunciar
al nutritivo verdor de los maizales?
Si la fuerza que nos mueve
está en la raíz de la legumbre
del frijolar, del arrozal, los tomatales

Surja de manos campesinas en la tierra
la verdura que su propia hambre
y el hambre nuestra se debe de saciar

Y hasta cuándo Pantaleón
en plenas lluvias, apretándote la faja?

Conjuremos el hambre de una vez
Si ya se ha dicho que la tierra
debe ser para el que la trabaja!

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