onsdag 25 februari 2009

Cristos sin rostro

Así quedaron en el tiempo
los presos políticos

que fueron sometidos al suplicio
que los torturadores llaman ”iron horse”
(caballo de hierro)
-fuentes fidedignas: reinvención de Henry Kisssinger-

Les obligaban
a cabalgar desnudos
sobre una barilla de hierro
premeditadamente delgada
por horas que se volvieron eternas,
por días que fueron infinitos

El suplicio
-si es admisible comparación alguna-
equivaldría al empalamiento de Caupolicán
con la diferencia que
Caupolicán, y aquellos desgraciados
que lo padecieron,
murieron físicamente una vez
definitivamente...

Mas estos valientes
víctimas de la inteligencia militar
murieron cada segundo que pasó
interminablemente
-en eso consistía precisamente
la innovación kissingeriana-

Y los que sobrevivieron
siguen muriendo
cada vez que el ex secretario de Estado
toma por el cáliz su copa de vino
y la alza, lentamente
a la altura de sus labios
a la sombra del ocaso,
mientras trata de diferenciar
los buques mercantes
de los acorazados de guerra
que van entrando lentamente
a la Bahía de Nueva York

Así quedaron en la memoria,
cristificados
aquellos cuerpos macilentos:
con las manos hacia atrás
cabalgando un varilla de hierro
y sin rostro,
pues para el suplicio
por los verdugos;
fueron previamente encapuchados.

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