tisdag 8 december 2009

Prosas de Boabdil

Ay! de aquel rey que lleve
como Muley Hacen llevó
mucho de guerra y conspiración
y nada de poesía
en .lo recóndito del corazón;
es de esperar tarde o temprano
que cayese en la tentación de la tiranía

Por el contrario Boabdil
crecido entre los mármoles de la Alhambra,
en su mente de niño
no se alojaba el fragor del combate jamás

Había cultivado sin embargo
desde siempre
la rapsodia
y el ensueño nada más

Boabdil el chico que más tarde fue
último sultán de Al Andaluz
sería devorado inexorablemente
por las estrellas del ancho cielo,
las cadenciosas rimas del verbo arábigo
y la desventura de las melancolías

Es de noche
y a Aixa su madre
ha despertado un cometa en la negrura;
la sibila en trance ausculta el arcano;
aherrojado ve al futuro sultán la zahorí;
del turbante maltrecho
aún augusto y soberano
se ha desprendido el rubí
le ha tajado una cruz
(una espada hecha cruz y viceversa)
empuñada por el rey cristiano


Es de día y a la sultana
atormentan los presagios;
intenta conjuros al funesto karma;
ha reñido al sultán,
recita sunnas del Corán
e incita al hijo taciturno
el ejercicio de las armas

En un dejo de ausencia
escucha sumiso
Boabdil a su madre
y asiente en la lejanía

Por el jardín de la Alhambra
llega Moraima, su esposa
sobre su pecho turgente
se ha posado una mariposa:
el príncipe la observa;
y ya antes
ha meditado la siguiente prosa:…….

Oh! Quien pudiera decirme, hacia donde ha ido mi íntimo albedrío, desde que sujetaron mis fuerzas, el sólo pestañar que protege la oscura luz de tus pupilas Moraima, amada mía?

Es posible que esa ausencia de las fuerzas mías sea un castigo del altísimo, ante la perversidad que mostré el día aquél, que me llevó a espiar tu cuerpo desnudo, bañando en las aguas de la fuente; agazapado yó entre los granados del jardín, desde el otro lado de las celosías.

Mi voluntad se ha dividido en dos, desde la primera vez que abrí mis labios, talvez desmesuradamente de emoción, como serpiente hambrienta, sobre las suaves ondulaciones de tu pecho.

Y qué haré yo, hijo primero de Muley Hacen el invencible, ya sin voluntad, sin fuerzas, sin albedrío, de frente a la infidelidad de los infieles?

Mi ser se ha dividido en dos, y solo vuelve a encontrarse cuando estoy dentro de tí, y cuando tú me cubres de las humedades que recogen las sinuosidades de tu epidermis, imposible paisaje que recorro y exploro, cada día, cada noche, y que cada vez se me revela, sin embargo, apasionadamente irreconocible, tu cuerpo, para siempre, de nuevo, enteramente vírgen.