onsdag 28 oktober 2009

A tu hijo, háblale

A ese ser que viene de surgir de tus entrañas
necesario es que despiertes los sentidos

El sentido de la vista despiértale
mostrándole el color del mundo

El del olfato
acercándole a los aromas que nos da
la naturaleza

El del gusto
con el néctar de tus pechos
y alimentos y zumos nutritivos

El sentido del tacto despierta
con la leve caricia de tus manos

Y en cualquier momento
háblale

Háblale
porque con palabras amorosas
no solo despertarás en él
el sentido del oído,
sino además
harás germinar una conciencia,
germinará también la inteligencia;
y la capacidad de aprender y proyectarse

Comenzarás a través de las palabras
a moldear la inspiración creadora
la audacia descubridora
la desenvoltura ante los retos de la vida

Solo el egoismo no estimules
porque egoismo es el alma misma de los niños;
y el papel del egoismo
es disolverse con el paso de los años

Ni el fanatismo estimules
porque el fanatismo asegura poseer la verdad
Y mentira!
La verdad la hizo Dios, inalcanzable!

Y ya pasado el tiempo
cuando veas a tu hijo transformado,
anchos los hombros y los brazos largos,
y grandes manos, grande la cabeza,
mirada penetrante y largos pasos;
no le temas;
háblale

Háblale siempre
palabras ciertas y sinceras aunque te parezcan duras

Relátale tu experiencia
de historias que se escuchan de mujeres y de hombres

Revélale la importancia de las letras y los números

Y así al cabo del tiempo te habrás dado cuenta
que de palabras es el precioso crisol
en que se forja la conciencia humana.

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