onsdag 28 oktober 2009

Anacaona - Canoabó

I
Apaciguadas las aguas del diluvio
En cuyas olas sucumbieron los atlantes
mas allá y más acá de las altas montañas
enmedio del mar
en la ruta donde el visorrey almirante apareció
desde el fondo del océano
surgió la ínsula Caribe
donde echó su raíz la estirpe
del amo y señor de las Antillas y el mar:
Canoabó;
y su ínsula gemela: Amazona
en donde arraigaba la estirpe
de la señora del mar de las Antillas y el amor:
Anacaona

Apagad esa lumbre!
A la orgía ordenó Yucahuhuamá!
Que mis ojos han visto sobre el mar
de lontananza más acá
otra lumbre donde no había de ser!
y persiste aún
pues no es ninguna estrella fugaz
Ya de antes mi corazón latía
instintivo, obstinado, tenaz
diciéndome en furioso palpitar
que está por cumplirse la profesía

Acompañada de concubinas;
las contaba una vez más
bajo el inmenso plenilunio
una a una
y dijo
-Han enloquedido las estrellas!,
la reina Anacaona

Han llegado los hombres blancos a Guanahaní
hambrientos de tierras
de lujuria y de oro;
sedientos de sangre
como los caribes tajando el corazón;
hacen hogueras con hombres y mujeres
a un dios que llaman inquisición

Naufragado ha su canoa principal
y hemos estado
los antillanos en lloro
que del germen de esa semilla
escrito en las piedras
está
que en las montañas
por sobre las Antillas
y más allá
todo el verdor perecerá!

Oro quieren, dicen que dice
un tal Bartolomé!
Pues oro que se les dé!

Vírgenes piden! Vírgenes que se les dé!
Mancebos, todo lo que tenemos!
todo que se les dé!

Su hambre y sed es mucha
amada Anacaona
No tenemos más que dar
Hemos dado todo el oro
las vírgenes todas
y todo el cazabe, el maíz, la yuca
las gallinas, los conejos,
y ahora quieren ponernos
un yugo sobre la nuca!

El visorrey ha levantado un fuerte en Haití
y ya navega hacia su tierra

en busca de más fuerzas;
treintinueve hombres ha dejado ahí

Y tu qué haces oh nuestro padre
Oh nuestro rey Canoabó
enmedio de toda esta calamidad…?

He dicho que esta noche
no quede piedra sobre piedra
y ni un solo extranjero
en el ”Fuerte Natividad”…!

II
El mensajero del sabio Yucahuhuamá
dice: doce lunas después
ha vuelto el visorrey almirante
con más hombres y más poder
y más orgulloso el talante
y su ánimo de venganza
nadie es capaz de contener

No habrá tregua
manda a decir Yucahuhuamá
y claro dicen dicen las estrellas:
tu pueblo y el mío
amada Anacaona
este paraiso que fue tuyo
y mío y de todos
a llegado a su fin
La profesía se cumplirá!

Colmada de séquito, oro y aromas
llega al almirante Anacaona
intentando con mieles
y almizcle sexual
la furia del virrey apaciguar

El almirante toma gustoso el oro
y desprecia almizcles e inciensos
A la reina de las Antillas
hace como que no la ve
regresa una vez más a su tierra
y encarga la diplomacia
a su hermano Bartolomé

Bartolomé Colón
gobernador de las Antillas
pide más oro, más mujeres
más maíz, más gallinas, más cazabe;
y ante los límites de aquel pueblo
se ha vuelto un tiburón
y ya los ánimos desbordados
al corazón de las Antillas
ha lanzado definitiva incursión

Se combaten ocho días y en la noche nona
traen el cuerpo de una reina con el sexo derrengado
se ha cumplido lo profetizado
El último día
de la reina de la paz y el amor:
Anacaona

Su fin al propio cacique Bequexcho
y a Gaurionex y Guacaraní
Yucahuhuamá se los profetizó
sucumbirían de hambre y de sed
aherrojados por Bartolomé
y más tarde arrojados
al fondo del Yacaré
y así se hizo
junto al magnánimo y justo
el último guardián del paraíso
que a todos nos amó
valiente y bravo
el gran Canoabó.

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